estados del yo

Relacionarnos desde los Estados del Yo

Como seres humanos que somos, mantenemos diversas relaciones a lo largo de nuestras vidas; relaciones cambiantes que nos transforman como individuos. Algunas de estas relaciones nos hacen sentir cómodos, tranquilos, a gusto con nosotros mismos mientras que otras nos indisponen, nos vuelven inseguros, nos hacen sentir pequeños. Entre distintas variables, esto sucede por algo que llamó Berne en 1964 como “los Estados del Yo”.

Los Estados del Yo son un sistema formado por un conjunto de emociones, pensamientos y patrones de conducta afines entre sí que se manifiestan tanto internamente (pensamientos y sentimientos) como externamente (lo que hablamos y lo que hacemos). Dichos estados se dividen en tres: Estado del Yo Padre, Estado del Yo Adulto y Estado del Yo Niño. Todas las personas contamos con este sistema y solemos movilizarnos en nuestras relaciones desde alguno de los estados.

 Estado del Yo Padre  

  • En este estado vamos a tener sentimientos, actitudes y comportamientos que son similares a los de nuestras figuras parentales.
    • Por ejemplo: si nuestra madre solía decirnos de niños “levántate de la cama y dúchate” lo más probable, es que cuando somos adultos vamos a realizar esa acción casi que sin cuestionarla y cuando no la hagamos exactamente igual, probablemente vamos a sentirnos contrariados.
  • Podemos pensar en este estado como una “conciencia” que nos dice qué hacer y qué no, qué está bien y qué no. En este estado las ideas suelen ser poco flexibles y solemos utilizarlo frente a situaciones que nos generan inseguridad ya que nos conduce por una ruta del “deber ser, deber hacer y deber sentir” que nos da “tranquilidad”.
    • Por ejemplo: nuestras figuras parentales siempre nos enseñaron a pararnos frente a la autoridad. Ya adultos estamos en el trabajo. Nuestro jefe nos produce un poco de inseguridad y no sabemos bien cómo comportarnos. Estamos en la sala de juntas con nuestros compañeros, llega el jefe y lo primero que hacemos es pararnos para saludarlo (esto sucede de forma automática). Podemos decir que en este ejemplo reaccionamos desde el Yo Padre en tanto hubo un pensamiento que nos dijo “párate que es el jefe y merece respeto”.
  • En este Estado buscamos el Padre crítico positivo y el padre nutritivo positivo que nos facilita a poner límites adecuados, ser justos, dar ayuda y confianza, proteger y prevenir contra peligros, ser amorosos, cálidos, compasivos, entre otros.

Estado del Yo Niño

  • Este es el estado más arcaico que tenemos en tanto contiene las primeras y más intensas experiencias e influencias de nuestra infancia que van a decidir el rumbo del guion de vida. Este estado va a ser basado en las experiencias individuales de la infancia que tuvo cada persona.
    • Por ejemplo: siempre que nos celebraban el cumpleaños de niños nos emocionábamos al abrir los regalos. Era nuestra parte favorita. Es probable que hoy, en la adultez, nos suceda algo similar cuando abrimos regalos de cumpleaños. Es más, hasta podemos sentirnos como si fuésemos niños de nuevo.
  • En este Estado buscamos el Niño libre y adaptado que nos permite verbalizar nuestras necesidades, expresar nuestros sentimientos, desarrollar empatía, disfrutar, ser creativos, asertivos, respetuosos, entre otros.

Estado del Yo Adulto

  • Este Estado se podría decir que es el “Estado del presente” debido a que son aquellos sentimientos, actitudes y comportamientos que de manera autónoma adaptamos a nuestra realidad actual. Se relaciona con las experiencias, las circunstancias, las herramientas, los recursos, las necesidades y la propia ética que cada individuo desarrolla y tiene de forma integrada en su ser.
    • Por ejemplo: tenemos esta idea de tener que levantarnos de la cama y ducharnos que se encuentra en el Estado del Yo Padre, pero ya en nuestra vida adulta, descubrimos que nos es mejor y más útil levantarnos de la cama, desayunar y luego ducharnos. Al tomar esa decisión y ese cambio, estamos actuando desde nuestro estado adulto.
  • Este Estado nos permite estar en contacto con el presente, ser éticos, conscientes, realistas, racionales, capaces de resolver y negociar, entre otros.

Como seres humanos nos movilizamos y nos relacionamos desde estos estados según la persona y la situación. TODOS LOS ESTADOS SON IMPORTANTES Y NECESARIOS. Para mejorar nuestras relaciones es relevante aprende a conocer cómo nos comportamos desde cada estado, qué situaciones y qué personas nos activan cuál estado y cuándo no nos conviene relacionarnos desde alguno de estos estados.

Por ejemplo: Crecimos teniéndole miedo a enfrentarnos con la autoridad (mamá, papá, profesor) por lo que siempre solíamos quedarnos callados sin pelear o discutir lo necesario. Cuando somos adultos llegamos a un trabajo donde tenemos un jefe (autoridad). Resulta que en una reunión no estamos de acuerdo con algo que el jefe (autoridad) dijo porque sabemos que no va a funcionar. Si no hemos trabajado nuestros estados del Yo, lo más probable es que nos quedemos callados y no le refutemos a nuestro jefe y en cambio sí sintamos rabia y frustración por no poder hacerlo como era de niños (nos quedamos y actuamos desde el Estado del Yo Niño). Si ya conocemos mejor nuestros estados del yo, buscamos la mejor manera de decirle al jefe que no estamos de acuerdo y presentar nuestros argumentos a pesar de sentir ansiedad o miedo de hacerlo (nos relacionamos desde el Estado del Yo Adulto). De esta manera vamos a sentirnos más a gusto en nuestro trabajo y vamos a reconocer que podemos dar nuestra opinión y ser escuchados como cualquier compañero.

Como los ejemplos dados, podemos analizar diferentes situaciones de nuestra vida cotidiana con el fin de entender desde qué estado del Yo nos movilizamos y así mejorar nuestras relaciones interpersonales y cada día sentirnos más a gusto con nosotros mismos.

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