No puedo evitar interesarme de manera genuina y sincera por las personas que encuentro en mi camino. Y tampoco puedo evitar conectar con sus emociones y sus realidades. La curiosidad y la sensibilidad son dos valores clave para mí. Ha sido así siempre, desde que recuerdo. Por eso, después de licenciarme en Biotecnología, algo con lo que no conseguía satisfacer esa pasión ni realizarme, decidí redecidir el rumbo que tomé a una edad en la que aún no sabía quién era ni qué quería hacer.

Aunque, como todos, sigo en el proceso de saber quién soy, ahora sé qué es lo que tiene que ver conmigo dentro de este mundo. Y sé que a veces da miedo, pero al final es inevitable terminar siendo lo que estamos llamados a ser. De un modo más o menos consciente.

Mi formación en coaching fue la puerta de entrada, pero enseguida sentí que necesitaba y deseaba profundizar mucho más. Fue entonces cuando me formé como counsellor humanista integrativa, y ese fue para mi un momento vital clave. Me cambió la vida y la forma de verme y ver a los demás.

Después, intuyendo que necesitaba empezar a “sentir más el cuerpo” (cosa que nunca llegaba a entender cuando lo oía) decidí formarme en Proceso Corporal Integrativo con Antonio del Olmo. Fue otro momento vital clave y transformador. Creo que es una gran esperanza para todos llegar a sentir que nuestro cuerpo está ahí, para nosotros, y que hay una forma de llegar a sentir y a desarrollarnos que no pasa necesariamente por la ruta conocida: la mental.

Actualmente me formo en recursos plásticos y artísticos para terapeutas, con Carlos Fortunato, y participo en un grupo de investigación teatral semanalmente. Está siendo maravilloso seguir descubriendo nuevas formas de canalizar y gestionar lo que somos y vemos, y lo que somos y no vemos.