miedo

El desafío de perder el miedo

El miedo es una emoción desagradable que experimentamos todos los seres humanos ante una situación de amenaza aparente. Conocemos la experiencia de sentirnos así, pero muchas veces desatendemos cómo lo percibimos hasta llegarnos a dar cuenta que estamos frente a dicha emoción.

El camino al miedo muchas veces es la misma transición que va desde una sensación (experiencia sensitiva) hasta el contacto con la emoción y suele ocurrir en una increíble fracción de segundos, por lo que podemos pasar de la calma a la agitación en un ´tronado de dedos´.

En terapia se trabaja desde el reconocimiento de la emoción y su acogida, hasta la superación de la misma a través del convencimiento de que se puede lograr enfrentar esta experiencia y salir libre de ella.

Vamos a adentrarnos en el tema para que puedas sacar tus propias conclusiones al respecto.

¿Qué es el miedo?

Al miedo se le conoce como una emoción dentro del grupo de las emociones básicas o primarias. Es la experimentación de sentirse angustiado, nervioso ante una amenaza aparente en una situación determinada. Vendría a ser la primera que sentimos al nacer, cuando, del vientre materno, un lugar seguro y placentero, pasamos a un mundo que puede ser amenazante y potencialmente peligroso para nosotros.

Su principal función ante una amenaza es de protección, por eso cuando percibimos una situación de carácter amenazante, nuestro cuerpo se prepara para la defensa; es decir, entra en modo de supervivencia.

¿De qué forma? Empezamos a percibir que “algo” está ocurriendo, inmediatamente nuestros sentidos se dirigen a sentir lo que puede ser; tomamos consciencia de que empezamos a sentir que nuestra frecuencia cardiaca aumenta, la respiración se torna más acelerada, las pupilas de nuestros ojos llegan a dilatarse, sentimos en el vientre una especie de hormigueo y en general sentimos una incomodidad. Nos surge un pensamiento respecto a esas situaciones y nosotros mismos frente a ello, para luego llegar a conectar con la emoción (todo esto en fracción de segundos).

El miedo en la terapia

Cuando viene un paciente a terapia se puede dar dos variantes respecto a las emociones (y quizás más). La primera es que tal vez no conoce a sus emociones, a pesar de su edad, a pesar de su experiencia, por mucho que se conozca y, por otro lado, no es capaz de reconocerlas adecuadamente motivo por el cual no las controla, no sabe como gobernarlas o reacciona de determinada manera sin darse cuenta del cause de su descontrol. Como hice mención, puede haber más casos, pero en esta oportunidad vamos a adentrarnos al miedo.

¿Cuántas cosas haríamos sin miedo, ¿verdad?, ¿Te has puesto a pensar en ese detalle? Lo que serías capaz de lograr y lo único que te frena es el miedo, pues esto no quiere decir que dicha emoción sea mala, como lo mencioné, tiene una función de supervivencia; es decir, que ante situaciones de mayor tamaño que nos es difícil enfrentarlas, podemos salir airosos de esas batallas y aprender de ello.

En el consultorio lo primero que hacemos es identificar sí conoces tus emociones; es decir sí sabes cuándo y por qué te alegras o por qué ciertas situaciones te enojan y cómo respondes ante ellas y así como podemos trabajar muchas emociones básicas y/o secundarias, también lo hacemos con el miedo.

Aquí hay una particularidad, pues el miedo comparte con el ser humano un tono existencialista, lo que hace referencia en que en una emoción profunda (que va más allá del plano básico) conectamos con dos tipos de miedos de carácter existencial: El miedo a la invasión y el miedo al abandono.

  • Miedo a la invasión: cuando sientes que tu espacio personal y tu poder de decisión son invadidos por personajes externos que te hacen sentir que quisieras mejor tenerlas alejadas.
  • Miedo al abandono: es cuando experimentamos la falta de amor y nos surge la inquietud o el pensamiento de poder ser abandonados y quedarnos sin el amor y la compañía.

Cómo enfrentamos el miedo en la terapia

La relación terapéutica es la base para enfrentar cualquier situación. A medida que el paciente confíe en su terapeuta y en el proceso que está llevando, podrá tener más seguridad por sí mismo y también en que puede superar cualquier situación por amenazante que pueda parecerle.

En la terapia se revelan los miedos más profundos y el paciente libera sus dudas más existenciales. Es a través del acompañamiento que se enfunda de mayor seguridad para sacar a la luz todo material inconsciente y consciente que le pesa y no le deja avanzar.

Es cierto que primero querrás descubrir las mejores técnicas y aprender a utilizar las herramientas adecuadas para superar cualquier adversidad. Sin embargo, es importante destacar que, aunque puedas conocer las mejores técnicas y tener los recursos de afrontamiento más efectivos, sin una relación terapéutica sólida, nunca podrás dejar la terapia sintiéndote capaz de hacerlo por ti mismo/a.

Aceptar el miedo es la primera batalla, porque es una lucha interna contra uno mismo para darse cuenta que lo llevas interiormente y que lo mejor que puedes hacer es revelarlo a tu terapeuta acompañante. Lo siguiente es abrazar y dejar entrar la emoción; es decir, permitirle entrar a ese consultorio, darle voz y dejar hable para que suelte todo aquello que está experimentando y por qué se oculta en esas defensas para no enfrentar. Una vez que hayamos captado las inquietudes que tiene nuestro miedo, podemos otorgarle un espacio seguro para que reciba todo el reconfortamiento posible por haber mostrado esa valentía de salir después de haber estado tan oculto y “seguro”. Finalmente, analizamos qué aprendimos de él, por qué está aquí y lo dejaremos ir porque seguramente se transformará en una emoción más agradable.

Para concluir, las emociones no son buenas o malas, tienen más una particularidad agradable o desagradable. En este caso, el miedo nos hace sentir incómodos y que queremos salir de esa emoción lo más rápido posible, pues estamos siendo amenazados; sin embargo, podemos aprender mucho del miedo y estas experiencias para conocernos mejor y salir de estas situaciones más transformados. Veamos al miedo más como un desafío que estamos dispuestos y tenemos la capacidad de poder vencer. Anímate a trabajar tus miedos en terapia, te espero del otro lado.

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