Mi carrera comenzó como economista y especialista en ingeniería financiera. Desarrollé esta parte de mi vida trabajando en banca privada en Inglaterra, en Volvo cars y en varias empresas del sector inmobiliario, hasta que, como ocurre cuando no conjugas el verbo parar, conjugué el verbo petar y acabé en un hospital. Tuve suerte, fue un ataque de ansiedad y no al corazón como pensaban…y la fortuna hizo que se olvidaran de mí en un cuarto de urgencias y pasé solo más de cuatro horas..  Cuándo fue la última vez que estuve solo?? No lo recordaba, me dio tiempo a repasar mi vida y vi que no era feliz, que había conseguido mucho en mi campo profesional, pero en el personal no, al revés, lo estaba perdiendo, mi pasión, mi familia, mi vida… Comencé a practicar meditación, mi primer curso de MBSR (mindfulness) me abrió una nueva perspectiva, me hizo parar y mirar dentro de mí y eso me ayudó a seguir mejorando, creciendo, recuperando un yo que creía perdido. Empecé a enseñar a los demás, me hacía feliz, y poco a poco fui avanzando hasta que descubrí que eso no era suficiente, que tenía calma y paz, pero seguía sin solucionar asuntos que me afectaban. El coaching fue el primer paso, me gustó y me hice coach, pero era como rascar la superficie, encontraba soluciones y herramientas para mis clientes y para mí, pero el “problema” seguía ahí, sentía que podía avanzar, pero no profundizar,  y descubrí la terapia humanista integrativa, la herramienta que me faltaba para solucionar el puzle.

Ahora las piezas encajan, me encuentro libre para decidir, es como si un nudo se hubiese soltado, por eso soy un apasionado de este tipo de intervención, una intervención global, que nos ve como seres mentales y emocionales, una intervención que toma el ser humano como un todo.

Siempre me han encantado las personas, me fascina escuchar, preguntar, aprender sobre quien tengo delante, darme cuenta de lo parecidos que somos los humanos, de cómo lo que nos diferencia es mucho menos de lo que nos asemeja.